Tengo que, por una vez en mi vida,
no dedicarle poemas a nadie.
Convencerme que esa puñalada que sentí cuando la nombró
no es más que una sugestión de mí corazón obsesionado
Empezar a notar sus defectos y luego olvidarme de todo.
YA NO MÁS
A partir de hoy,
juro tratar de ser feliz
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