Tengo el corazón lleno de nostalgia y no entiendo cómo puedo tener tantas heridas de amor habiendo amado tan pocas veces.
Tengo el corazón lleno de lágrimas secas. Y gritos. Y no sé porqué
están encerrados en mi pecho cuando a mi, la verdad, nunca me ha costado
gritar. Ni llorar. Pero supongo que ser una romántica racional implica
tener un action painting por dentro.
A ratos, detesto ser tan romántica. Una romántica racional, aunque sé
que usar oximorones para describise es un cliché insoportable. Pero
supongo que soy cliché. Siempre lo he sido.
Siempre he sido la chica que sale en esas novelas que más que nada
son reflexiones y en donde no pasa mucho, esas en las que a veces la
chica se termina volviendo loca, y empieza a meterse en cosas turbias, y
se enamora del tipo equivocado. Está de más decir que esa parte del
libro ya no me describe. Supongo que por eso siempre me han sobrado las
palabras, porque a veces las cosas que no hice se me acaparan en la
cabeza.
Fuguet dice que si no duele, no sirve, pero a veces sigue sin servir
aunque duela como amor de quinceañera. También por eso me sobrar las
palabras; nunca he sabido bien como ocuparlas. Se me amontonan en el
papel y en la pantalla, se pegan codazos entre ellas para caber entre
mis dedos. A veces, las ganas de escribir son mayores que la falta de
talento. Pero qué se supone que tengo que hacer con un corazón lleno de
nostalgia y gritos y lágrimas secas si no es dibujarlo entre frases a
medias.
Ser un cliché no es un trabajo glamoroso, pero alguién tiene que hacerlo.