sábado, 18 de diciembre de 2010

Ojalá fuera una historia de amor...

-Quiero salir contigo.
Solté sin pensar mucho.
-Espero que no te estés enamorando de nuevo, Tamara..
Dijo con insoportable picardía.
- No  seas tan arrogante, si me gustaras, habría esperado a que tu me invitaras.
-¿Y eso porqué?
- Por que en lo que respecta al amor, soy mucho más orgullosa de lo que supones.
- ¡MÁS orgullosa!
- ¿ Va a ser esa tu única respuesta?
- No creo haber escuchado ni una pregunta...
Suspiro.
- ¿Querrías salir conmigo?
- No sé, déjame pensarlo.
Dijo saboreando las palabras, y el silencio que le siguió.
-Eres insufrible
- Y aún así me quieres...
- Creí que éramos amigos
- Y lo somos
- ¿Acaso es esa tu idea de la amistad? ¿Llamadas diarias y visitas esporádicas?
- Esa es mi idea de NUESTRA amistad, al menos.
Sonreí.
- ¿Tan especial soy para ti?
- Todos somos especiales...
-Osea que ninguno lo es
Dijimos los dos a coro. Aguanté la respiración antes de seguir.
-Tan predecible...

               Odiaba necesitarlo tanto. Pensé un momento en cortarle; si me llamaba de vuelta, siempre podía culpar a la señal y luego decirle que estaba demasiado cansada para seguir conversando, que termináramos la discusión mañana, u otro día, que daba igual. "No sabía que estábamos discutiendo", respondería él con seguridad. Y quedaría entonces en el mismo lugar que ahora. Con el alma en vilo y la palabra en la boca.

-¿Qué he hecho para dejar a la admirable Tamara sin palabras?
- Nada especial, las grandes personas y las estupideces incurables tienen ese efecto en mí.
Dije, simulando un veneno que nunca soy capaz de sentir cuando él está involucrado, sabiendo que nunca preguntaría en cuál categoría lo ponía.

      Mi problema con los silencios que se forman entre nosotros, es que hacen que se me encoja el corazón.

- Tus padres estarían felices si te fuera a visitar, ¿no crees?
- Lo sé, eres todo lo que mi papá quiere que lleve a la casa, tal vez es por eso que nunca podrías gustarme- Mentí; él y yo lo sabíamos- Promete que si alguna vez necesito una fachada me ayudarás.
- Lo prometo.
¿No había acaso en sus palabras un dejo de decepción? Debe ser que mi mente me juega trucos para hacer todo esto más facil.
- ¿Me llamarías mañana? Ya estoy cansada.
- Trataré, pero no puedo prometerte nada, ya sabes como soy.
- Si lo sé.
Respondí con intencional tedio.
- Lo digo para que no te sientes a esperar mi llamada.
- Nunca lo hago
Que mala mentirosa soy.
- Está bien, buenas noches.

Y colgó.
¿Cómo podían llegar a ser buenas si ya no estábamos hablando?

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