La voz entonando un par de cuecas
Y los pies marcando el pulso de Santiago.
Una sonrisa fugaz en el metro
Y la mente revoloteando entre negocios.
Un ojo pegado en los estudios
Y el otro absorto en la televisión encendida.
La felicidad de los chilenos
Es un copihue encaramado en un rascacielos.
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