lunes, 9 de septiembre de 2013

Querida amiga:

Cómo me duele que estés viviendo lo mismo que yo. Te escribo con dos semanas de ventaja por lo que estás sintiendo, y, te juro que desearía que tú no estuvieras en esto.

Querida amiga, lo único que puedo prometerte es lo mismo que me prometió mi papá a mi: más que esto no te va a doler nunca. De aquí, para arriba, lo juro. Sé que no parece un gran consuelo pero es un síntoma de que el corazón sana solito.

Ojalá pudiera decirte que pronto vas a dejar de quererlo, que ya no te va a importar, que no vas a querer llamarlo. Pero sería mentira; vas a odiarlo, vas a amarlo, vas a querer que vuelva con todo tu corazón.

Pero te digo lo siguiente, tú no te lo mereces. Y yo tampoco me lo merecí. Te mereces ser feliz con alguien que sea capaz de amarte sin cuestionarlo todos los días, y alguien que no te diga que te ama un día y al día siguiente de deje el corazón roto. NO TE LO MERECES, pero la vida no es justa, amiga, y la gente no es perfecta.
Las cosas van a mejorar, se que no lo parece en este momento, pero la vida sigue, y tiene un montón de cosas lindas. La gente buena como tú siempre logran atraer todo lo lindo hacia ellas. 
No quiero que te cuestiones a ti misma, no quiero que te sientas menos, no quiero que te sientas ni tonta ni avergonzada. ERES PERFECTA, y tienes que saberlo pese a todo.
Te juro que espero que tu historia de amor termine mejor que la mía, pero si no fuera así, recuerda que ya vendrán otros amores, que tienes veinte años, y que lo que pareció el amor de tu vida puede sólo ser el preámbulo para lo bueno que se viene.

Ten paciencia.
Te quiero 

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