miércoles, 11 de julio de 2012

Tengo el corazón lleno de nostalgia y no entiendo cómo puedo tener tantas heridas de amor habiendo amado tan pocas veces.
Tengo el corazón lleno de lágrimas secas. Y gritos. Y no sé porqué están encerrados en mi pecho cuando a mi, la verdad, nunca me ha costado gritar. Ni llorar. Pero supongo que ser una romántica racional implica tener un action painting por dentro.
A ratos, detesto ser tan romántica. Una romántica racional, aunque sé que usar oximorones para describise es un cliché insoportable. Pero supongo que soy cliché. Siempre lo he sido.
Siempre he sido la chica que sale en esas novelas que más que nada son reflexiones y en donde no pasa mucho, esas en las que a veces la chica se termina volviendo loca, y empieza a meterse en cosas turbias, y se enamora del tipo equivocado. Está de más decir que esa parte del libro ya no me describe. Supongo que por eso siempre me han sobrado las palabras, porque a veces las cosas que no hice se me acaparan en la cabeza.
Fuguet dice que si no duele, no sirve, pero a veces sigue sin servir aunque duela como amor de quinceañera. También por eso me sobrar las palabras; nunca he sabido bien como ocuparlas. Se me amontonan en el papel y en la pantalla, se pegan codazos entre ellas para caber entre mis dedos. A veces, las ganas de escribir son mayores que la falta de talento. Pero qué se supone que tengo que hacer con un corazón lleno de nostalgia y gritos y lágrimas secas si no es dibujarlo entre frases a medias.
Ser un cliché no es un trabajo glamoroso, pero alguién tiene que hacerlo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario