sábado, 9 de junio de 2012

Recaídas


Odio que no tengamos nada que decirnos,
que se me acabaran las excusas para hablarte,
que ya no sea lo mismo.
Detesto esa lejanía que existe entre nosotros
esa distancia al saludarnos, 
esa sonrisa educada que desaparece si me vuelvo,
Y, sobre todas las cosas,
no soporto que te mire a los ojos
y se alejen de mi todos los minutos que han pasado,
los kilómetros que nos separaron,
los rastros de los labios que han tocado los mios
después de los tuyos,
las huellas de otros dedos sobre mi espalda...
Y sólo quedes tú.

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