La pantalla en blanco me marea aún más que las letras de tu nombre.
Ya no quiero escribir más,
ya no quiero pensar más.
Y sin embargo aquí estoy.
Cada día que pasa te detesto más
pero llegas y me sonríes,
y por un instante te correspondo
ya te dije que la inconsecuencia me perseguía,
pero tal vez
soy yo que la persigo a ella...
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